jueves, 26 de noviembre de 2009

EL SALVADOR DEL MUNDO
Estoy al filo de un abismo
que,
confundí con tus ojos.
Los ruidos de esta ciudad
inclementes,
nos empujan por el borde:
un ángel grita,
salta,
vuela,
se estrella en el vacío...

Mañana hablarán los periódicos
del extraño suicidio
de un pájaro pelo largo
con alas de celofán y vidrio.
La ciudad no se detiene,
los ruidos siguen empujándonos,
ángeles tras ángeles
quebrándose
plumas,
celofán
y vidrio.
Sin embargo,
ya todos somos inmunes
a la muerte,
venga de donde venga,
nos empujen o saltemos,
se quiebren las alas
o el asfalto.
Nos molesta más el tráfico
que el difunto partiendo
la línea amarilla de no cruzar.
Las bocinas,
las bocinas,
las bocinas,
moderna marcha fúnebre…

Del otro lado,
allá donde el dolor lo ocupa todo,
dos ángeles de la mano,
sus alas de vidrio y celofán aún cerradas
empiezan a quebrarse.
Hoy he decidido que no voy a saltar
aunque me empujen...
LOS HEROES
Alguien izó un corazón como bandera
y se lanzó a navegar por estas calles:
¡El último corazón que nos quedaba,
el único lugar en que albergarse!
Los primeros en verle fueron aves
de negros cantos,
mirar de llamas,
anunciándole tormentas,
vaticinándole naufragios,
presagiándole dolores.
Volaron a su encuentro celebrando,
picoteando inclementes
sus latidos
y,
al verle sangrar miel de granada,
dejáronle tranquilo.
Tanto escándalo estridente
la nube negra llovió sobre las calles
que la vista levantaron los chiquillos:
¡Mira!
Un corazón que vuela
prendido en siete hilos
¡Mira!
Un corazón que flota
como pluma de Angelito
¡Mira!
Un corazón que surca
el cielo ennegrecido...
Y no hubo madre que a los gritos
alzara la mirada,
ni adulto que curioso
viera a las alturas...
¡Era tan raro
verle palpitando entre las nubes
que nadie se percató de su existencia!
¡Pobre corazón hecho bandera!
Tanta soledad acompañada
le hizo recorrer
esta ciudad que no comprende,
en busca de unos ojos que le hablaran.
¡Pobre corazón dulce granada!
Barrilete en el que el alma va latiendo
ni los pájaros enfermos de la gente,
ni los chicos de fantasía ilimitada
se dieron cuenta que era sangre
lo que por siete hilos de su centro resbalaba.

Alguien izó un corazón como bandera
y se lanzó a navegar por otras calles...

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